Las escuelas de Florida en las que los maestros deben ocultar los libros de la vista de los alumnos
Una nueva legislación en ese estado de EE.UU. ha obligado a las autoridades escolares a revisar la ideoneidad de los libros a los que tienen acceso los estudiantes.

Deben abrir las mentes de los alumnos a nuevos mundos, pero en las bibliotecas de centenares de escuelas en Florida (Estados Unidos) miles de libros permanecen literalmente fuera del alcance de los estudiantes.
Por ejemplo, en los condados de Manatee y Duval -que juntos suman casi 300 centros educativos- los profesores han debido ocultar de la vista de los niños los libros de las bibliotecas de sus salones.
En algunos casos han tapado los textos con papel y cartulina; en otros, han guardado los libros en cajas. El efecto buscado es el mismo: bloquear el acceso de los estudiantes a este material de lectura.
Detrás de esta drástica medida está la aplicación de la ley HB 1467, aprobada por el Congreso de Florida y firmada por el gobernador republicano Ron DeSantis en marzo de 2022.
De acuerdo con sus promotores, el objetivo de esta legislación es proteger los derechos de los padres de controlar el tipo de materiales a los que sus hijos son expuestos en la escuela.
“En Florida, nuestros padres tienen todo el derecho de participar en la educación de sus hijos. No vamos a permitir que los políticos nieguen a los padres el derecho a saber lo que se enseña en nuestras escuelas. Estoy orgulloso de firmar esta legislación que garantiza la transparencia del plan de estudios”, dijo DeSantis cuando se promulgó esta norma.
Sus críticos, sin embargo, aseguran que se trata de un instrumento de censura, de un arma usada por los conservadores en su cruzada contra la llamada cultura “woke” (despierta), un término empleado en Estados Unidos para quienes han asumido como deber enfrentarse a problemas de desigualdad o discriminación, especialmente por razones de raza, genero u orientación sexual.
DeSantis ha dejado clara su oposición frontal a la cultura “woke”, denunciando que con ella se estaba adoctrinando a los niños en las escuelas.
“Rechazamos la ideología woke. Combatimos el woke en la legislatura, combatimos el woke en las escuelas, combatimos el woke en las empresas. Nunca jamás nos rendiremos a la muchedumbre woke. Florida es donde el woke va a morir“, dijo en un discurso tras ser reelegido como gobernador en noviembre.
Pero ¿cómo una ley para permitir que los padres ejerzan control sobre lo que estudian sus hijos ha llevado a la práctica clausura de las bibliotecas en los salones de centenares de escuelas?
Riesgo de cárcel
La ley HB 1467, que entró en vigor en julio de 2022, exige a las escuelas asegurarse de que los libros que allí se ofrecen estén libres de pornografía, se ajusten a las necesidades de los estudiantes y sean apropiados para su edad.

Posteriormente, en diciembre pasado, el Departamento de Educación de Florida (DOE) extendió la aplicación de esa normativa a las bibliotecas que tienen los maestros en sus aulas.
“Entonces, el distrito escolar intentó colocar esas bibliotecas del aula en una situación de cumplimiento de la norma, por lo que pidieron a los maestros que no dieran acceso a los alumnos a las mismas hasta que todos los libros hubieran sido aprobados por el especialista en medios”, le explica a BBC Mundo Pat Barber, presidenta de la Asociación Educativa de Manatee, el sindicato que representa a los profesores de ese condado, uno de los más afectados por la norma.
En la práctica, la consecuencia de todo esto para los estudiantes es que ya no tienen acceso a materiales de lectura que podrían de ser de su interés.
Algunos expertos en pedagogía denuncian que esta medida atenta no solamente contra la formación que pueden recibir los estudiantes, sino que también afecta la creación de hábitos de lectura cuyos beneficios se disfrutan a lo largo de toda la vida.
“La razón por la que los maestros construyen bibliotecas sólidas en el aula es porque quieren tener tantos libros como sea posible que puedan ser de interés para todos los estudiantes que tienen en su clase porque están tratando de desarrollar lectores para toda la vida y niños que disfruten de la lectura por placer, así como para obtener información”, dice Barber.
“Pero la comodidad y la disponibilidad dentro del salón de clases ya no estará ahí hasta que los libros hayan sido examinados”.

La revisión, además, afecta las potestades de los maestros en las escuelas.
“Ningún maestro tiene pornografía en la biblioteca de su salón, por lo que hacer toda esa revisión y quitar estas decisiones de las manos de los profesores, que han recibido un entrenamiento riguroso para determinar qué es apropiado para sus estudiantes, es algo muy perturbador”, agrega.
Pese a todo, probablemente esta no sea la mayor de las preocupaciones de los educadores.
Dado que uno de los argumentos para la revisión de los textos es que estos puedan contener pornografía, en la eventualidad de que se facilitara a los estudiantes algún material que fuera considerado de esta forma, ello podría derivar en un retiro de la licencia para enseñar o en una pena de prisión.
“Dar pornografía a un menor es considerado como un delito grave de tercer grado [castigado con hasta cinco años de cárcel], por lo que existe la amenaza de violar la ley. Por ello, es una gran preocupación que un maestro sea acusado de violar esta ley. No de que la violen, sino incluso simplemente de que sean acusados de hacerlo”, dice Barber.
Censura e ideología
El entrenamiento que reciben los especialistas en medios de las escuelas encargados de dar el visto bueno a los libros, exige que estos textos estén libres de pornografía (entendida como la representación de un comportamiento erótico con el fin de causar excitación sexual). Si se trata de alumnos de kínder a tercer grado de primaria, tampoco pueden abordar temas de orientación sexual o de identidad de género.
Finalmente, no se permite material que presente la discriminación de una forma que “un individuo en virtud de su raza, color, sexo u origen nacional sea [considerado] racista u opresor, sea de forma consciente o inconsciente”.