Suben a más de 20,000 los muertos por los terremotos en Turquía y Siria
Asimismo, en los dos países golpeados por el desastre se contabilizan también más de 75,000 heridos, muchos con fracturas y cortes de gravedad.
El número de muertos por los devastadores terremotos del lunes superan ya los 20.000, de los cuales 17,134 se contabilizan en Turquía y 3,317 en Siria. En ambos países hay más de 75,000 heridos.
En Turquía, más de 100,000 miembros de equipos de salvamento y del Ejército están movilizados para rescatar a los supervivientes, pero el tiempo invernal, el grado de destrucción y la amplitud de la zona afectada complican los trabajos.
Una vez traspasado el límite de las 72 horas las esperanzas de encontrar a supervivientes se reducen.
Con todo, los rescatistas han continuado liberando en las últimas horas a personas de los escombros, incluidos cuatro menores que llevaban 84 horas sepultados.
En Turquía, un total de 6,444 edificios en diez provincias del sureste han colapsado por los fuertes terremotos, según el presidente turco Recep Tayyip Erdogan, quien esta mañana reconoció que inicialmente las autoridades tuvieron algunos problemas en las tareas de rescate.
“El primer día hubo algunos problemas, pero el segundo y hoy las cosas están bajo control. Empezaremos a retirar los escombros y nuestro objetivo es reconstruir las viviendas de Kahramanmaras y las otras ciudades afectadas en el plazo de un año”, prometió.
El primer convoy con ayuda humanitaria de la ONU llegó hoy a las áreas opositoras del noroeste de Siria a través del paso fronterizo de Bab al Hawa, que une la provincia siria de Idlib con Turquía, casi cuatro días después del seísmo inicial.
Además, Erdogan anunció ayudas económicas para las víctimas por valor de 10,000 liras turcas (495 euros/530 dólares) por persona damnificada.
Por su parte, en Siria, inmersa en una guerra civil desde hace más de una década, la información sobre víctimas y afectados proviene, por un lado, del Gobierno de Bachar al Asad y, por otro, del último enclave del país controlado por la oposición, rodeado por fuerzas gubernamentales apoyadas por Rusia.
Hasta el momento, 1,262 personas han perdido la vida y otras 2,285 han resultado heridas por los seísmos en zonas controladas por Damasco, mientras que otras 1,730 han fallecido y 2,850 han sufrido lesiones en áreas opositoras.
“Se espera que la cifra aumente considerablemente debido a la presencia de cientos de familias bajo los escombros de las casas destruidas. Nuestros equipos continúan con las operaciones de rescate en medio de las difíciles circunstancias“, dijo el grupo de rescatistas Cascos Blancos, que operan en áreas opositoras.

En las zonas controladas por Damasco, casi 300.000 personas se han visto obligadas a abandonar sus hogares como consecuencia de los seísmos, mientras que el Gobierno de Al Asad ha abierto un total de 180 refugios para acoger a los afectados y ha desplegado 157 unidades móviles a las provincias más afectadas.
La cantidad de muertos apagan la esperanza en Turquía y Siria
Rescatistas llegados desde más de dos docenas de países se unieron a las decenas de miles de efectivos locales mientras el país comenzaba a recibir la ayuda comprometida. Los rescatistas trabajaron durante toda la noche con la esperanza de encontrar sobrevivientes, pero la magnitud de la destrucción causada por el devastador sismo de magnitud 7.8 y sus potentes réplicas era tan inmensa y extendida, llegando incluso a zonas aisladas por la guerra en Siria, que muchos seguían esperando a recibir ayuda.
En la ciudad turca de Malatya, los cadáveres yacían unos junto a otros sobre el piso, cubiertos con mantas, mientras los rescatistas esperaban a que los vehículos funerarios los recogiesen, según el exreportero Ozel Pikal, que dijo que vio cómo sacaban ocho cuerpos de las ruinas de un edificio.

Pikal, que participaba en las tareas de rescate, creía que al menos algunas de las víctimas podrían haber muerto congeladas ya que los termómetros llegaron a alcanzar una temperatura negativa de 6 grados centrígrados (21 grados Fahrenheit).
“Hoy no es un día agradable, porque a partir de hoy no queda ninguna esperanza en Malatya”. “No sale nadie vivo de entre los escombros”, contó Pikal a The Associated Press por teléfono.
Según Pikal, un hotel de la ciudad se vino abajo y podría haber más de un centenar de atrapados.
En la zona en la que se encontraba no había rescatistas suficientes y el frío dificultaba la labor de los voluntarios y los equipos del gobierno, agregó. El cierre de carreteras y los daños registrados en la región impedían los desplazamientos.
“Nuestras manos no pueden agarrar nada por el frío”, señaló Pikal. “Se necesitan máquinas de
trabajo”.
La escala del sufrimiento era sobrecogedora en una región asolada ya por más de una década de guerra civil en Siria, que ha desplazado a millones dentro del propio país y provocó una ola migratoria a la vecina Turquía. Con miles de edificios derrumbados, no estaba claro cuántas personas podrían seguir atrapadas bajo los escombros.
Por su parte, el presidente del país, Recep Tayyip Erdogan, recorrió la “ciudad de tiendas de campaña” de Kahramanmaras donde viven quienes se vieron obligados a dejar sus casas. Tras reconocer deficiencias en la respuesta inmediata a la tragedia, prometió que nadie “se quedará en la calle”.
A medida que aumenta la preocupación por los que siguen atrapados, rescatistas polacos desplazados a Turquía dijeron que habían sacado a nueve personas con vida de entre los escombros, incluyendo padres con hijos y una niña de 13 años en la ciudad de Besni.
Aunque señalaron que las bajas temperaturas jugaban en su contra, dos bomberos dijeron a la televisora polaca TVN24 que el hecho de que, como el seísmo ocurrió al amanecer, la gente estuviera atrapada en la cama bajo las mantas podría aytuda