Terremoto en Turquía | “Una noche caminamos edificio por edificio y era impresionante escuchar: ‘aquí hay 20 muertos, acá hay 14’”: el duro testimonio de una rescatista mexicana

Pola Moffitt, coordinadora operativa de Topos Adrenalina Estrella, compartió, desde Turquía, su experiencia en el devastador terremoto que azotó ese país y Siria el 6 de febrero.

“Había momentos en los que me quería quebrar, quería llorar”.

“De todas las operaciones en las que he participado esta ha sido definitivamente la más fuerte, la más impactante, la más difícil”, dijo Pola Moffitt sobre su experiencia como rescatista tras los terremotos que sacudieron Turquía el 6 de febrero.

“Yo llevo 37 años en esta actividad”, indicó la coordinadora operativa de Topos Adrenalina Estrella, una organización no gubernamental mexicana.

Moffitt nos habló el pasado lunes 20 de febrero desde Adana, ciudad ubicada en el sur del país.

Venía de Hatay, una de las zonas más devastadas por los terremotos que asolaron el sur de Turquía y el norte de Siria el 6 de febrero y que dejaron al menos 44.000 muertos.

Horas después de nuestra conversación, otro terremoto sacudió la ciudad de Antakya, capital de la provincia de Hatay.

El temblor de magnitud 6,4 dejó al menos seis muertos, según informaron las autoridades.

Moffitt lideró en Hatay al equipo de cinco rescatistas que su organización había enviado hacia dos semanas.

“Todavía no terminamos de digerir esa experiencia”, contó.

“Han sido cientos de edificios los que hemos visto totalmente colapsados”.

“Agujas en un pajar”

“Hemos estado trabajando en las labores de búsqueda y de rescate, con cámaras térmicas, con sistemas digitales para audio, con todo tipo de tecnología, buscando vida, y la verdad es que era como buscar agujas en un pajar”.

Rescatista en la oscuridad
Topos Adrenalina Estrella es una organización que está conformada por voluntarios, un grupo de ellos viajó a Turquía.

“Se han perdido muchísimas vidas, lamentablemente, y no porque no haya llegado personal a tiempo, sino porque las situaciones técnicas para los rescates eran muy complicadas”, lamentó.

“Una noche caminamos con una cámara térmica edificio por edificio, casa por casa, para detectar vidas y era impresionante escuchar: ‘aquí hay 20 muertos, acá hay 14, acá 8′”.

Moffitt se refería a lo que iban informando las personas que estaban a cargo de las cámaras térmicas, ellas eran las que analizaban las imágenes que iban captando, entre los escombros, con esos dispositivos.

“Esa noche, en la penumbra total, con apenas una luz de una lámpara, caminábamos prácticamente a oscuras sobre esa zona de Hatay y era terrible escuchar esa descripción.

“Y así fueron cuadras enteras o bloques de una calle completa escuchando eso y creo que fue de lo más impactante”.

Pero también era “muy gratificante” que al final de los días sus traductoras les contaban sobre los rescates que otros grupos habían conseguido: “Nos decían: ‘hoy salió un niño de 15 años’, ‘hoy salió una niña'”.

“Era como parte del equilibrio para mantener la esperanza. Por supuesto que nuestro eslogan dice: ‘Salvamos vidas y rescatamos esperanza’, y en ese proceso estábamos también rescatando nuestras propias esperanzas con el deseo de encontrar vida”.

Indicó que ha sido una labor titánica la de los equipos de rescate turcos y de diferentes países, así como también la de los operadores de las máquinas para levantar los escombros.

La participación de México

Tras conocerse lo sucedido en Turquía, varios países enviaron equipos de rescate y de asistencia al país.

En cuestión de horas, México aportó socorristas y perros entrenados (binomios caninos) de diversas entidades, entre ellas de la Cruz Roja, de la Secretaría de Marina y de la Secretaría de la Defensa Nacional.

Socorristas de México y EE.UU. en la ciudad de Antakya el 11 de febrero
En esta foto del 11 de febrero se ve a socorristas de México y EE.UU. en la ciudad de Antakya.

Un contingente de la organización no gubernamental Brigada de Rescate Topos Tlatelolco, cuyo nacimiento se remonta al terremoto que azotó México en 1985, también estuvo desplegada en la zona del desastre, como informaron en su cuenta de Twitter.

Topos Adrenalina Estrella, que surgió como una iniciativa de la sociedad civil y cuyos miembros son voluntarios, también se unió a los esfuerzos.

“Cuando nos llegó la información sobre el terremoto, hicimos una evaluación y vimos que se iban a necesitar muchas manos”, señaló Moffitt.

El lunes 6 de febrero, día de los terremotos, hicieron los trámites oficiales requeridos y el martes, viajaron a Turquía.

Moffitt y su equipo llegaron a Estambul y ese mismo martes volaron a Adana y desde ahí fueron transportados en helicóptero a Hatay.

“Desolación”

“La visión cuando entro [a Hatay] es que todo estaba abajo, caído, los edificios que quedaron en pie estaban afectados, pero también me asombró no ver la gente afuera de los edificios, tal vez acostumbrada, como en algunos otros países de Centroamérica, en mi mismo país, a que la gente estaba ahí, los familiares de las víctimas, los voluntarios”.

Edificios caídos en Hatay
Hatay en una foto del 21 de febrero.

“Aquí las calles estaban desoladas, había zonas totalmente desoladas, muy lóbregas. Obviamente estábamos sin luz, pero podíamos ver los cuerpos de emergencia trasladándose.

“Fue muy impactante, todavía no sé cómo voy a terminar de procesar toda esta información, todas estas vivencias”, expresó.

Muchos factores pudiesen explicar esa primera imagen que tuvo Moffitt al llegar a Hatay, “fue un conjunto de circunstancias”, señaló.

Cree que muchas personas estaban debajo de los escombros, pero también que la desesperación hizo que muchos habitantes salieran huyendo de la ciudad en busca de refugio en localidades cercanas.

Salieron como pudieron“.

Una foto

Una vez pasada esa primera impresión, la rescatista recuerda que la población que se quedó y las personas que entraron a ayudar los recibieron a ellos y a todos los equipos internacionales con “esperanza”.

“Nos decían: ‘¡qué bueno que vinieron, qué bueno que están aquí!’, ‘ojalá y puedan hacer algo por mi familiar'”.

Pola Moffitt con su equipo
Moffitt y sus colegas en plena misión.

Incluso personas que no tenían parientes entre las víctimas los paraban en las calles para agradecerles su presencia.

“En ese momento, la gente no se siente sola. Fue un apoyo moral el que le dieron todos los países al llegar aquí y unir sus corazones y sus manos para los rescates”.

El equipo de Moffitt no pudo sacar a nadie con vida entre los escombros. “Mi equipo no fue bendecido con vida”.

“Sí fuimos llamados a misiones donde decían: ‘Aquí hay una persona viva, aquí hay dos’, pero lamentablemente para los familiares y para nosotros no tuvimos esa bendición.

“A pesar del dolor, la tristeza, la pérdida, el agradecimiento es infinito de las personas que apoyamos.

“Un señor que perdió a su esposa le dijo a mi compañero: ‘Tómense una foto conmigo porque los voy a tener presentes para orar por ustedes toda la vida'”, contó.

En el caso de ese señor, toda la familia logró salir de la casa, excepto su esposa.

“El cuerpo de ella lo logramos recuperar”.

Expresión de amor

Moffitt contó que de acuerdo con las tradiciones turcas una forma de honrar a alguien es besándole la mano, y eso fue precisamente lo que ese señor hizo con ellos.

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